3.4.05

"Yo, mi, me, conmigo" - Felipe Gámez - 4/04/05

Lo encontré en mitad del llamado “Puente de los alemanes”. Yo venía del centro, de gastar una pasta en libros, e iba a casa, él... “vengo de Canal Sur, dijo, me han hecho una entrevista... el periodista ese... que también hace radio... ni sé cómo se llama... ni me acuerdo de su nombre, uno de Sevilla, mu gordo, un impresentable haciéndome preguntas del tipo: ¿qué pensáis en Málaga sobre la trascendencia de las elecciones europedas? Qué tío, oye, ¡las europedas! Y qué preguntas. Me daban ganas de gritarle: ¡Que me dejes!" Mientras peroraba intenté hacer memoria: ¿de dónde ha salido? ¿quien es? ¿de qué le conozco? Su cara me sonaba de algo, como si nos hubiéramos dicho adiós en otro puente. “¿Tú sabes que me separé, no? Preguntaba. Bueno pues sí, la dejé. No podía más, en serio, ¡cinco años con la misma tiparraca! ¿lo imaginas? Bueno sí, tu estuviste... ¿veinte?” Treinta, dije yo. “¡La hostia, treinta años! ¿Saldrías hasta el gorro, no?” Pues no exactamente dije yo. “Bueno sí, oí lo de tu separación... ¡un palo!, ¿verdad?” No exactamente, repetí un poco harto. Él no se arredró: “De la pava de mi mujer sí te acordarás, estoy seguro; iba a nuestras reuniones en El Pimpi, una que escribía poesía heroica”. Entonces me acordé de ella, y para ser precisos, no era poesía heroica sino erótica. Él iba a lo suyo: “Ahora con la separación y eso se ha puesto fatal, ya sabes, tenía un cuelgue bestial conmigo y ha tocado fondo, se ha puesto como una morsa, con una depresión de caballo... a mí ya me conoces, ¡soy incombustible! ¡Un pura sangre! ¿qué le voy a hacer? Me las ingenio. Se me pegan como lapas, tío. Como lapas”. Comprendí que hablaba para no darme tiempo a pensar y empezó a intrigarme a dónde querría llegar o peor, a donde querría llevarme. El puente de los alemanes no es muy ancho y no daba pie a la escapatoria clásica: Bueno adiós... para evitarlo decía: “Las cosas me van bien, trabajo aquí y allá, vendo cualquier cosa y en mi campo soy implacable. Si digo que voy a por uno voy a por él y lo siento, no le permito que se vaya de rositas, lo acorralo, le corto las salidas... ¡ya me conoces!” Quise decir, pues no exactamente, pero no podía permitírmelo. De pronto se puso a hablar de su empresa: “Estamos a la cabeza del mercado, dijo, facturamos lo que no está en los escritos. Productos de primera necesidad, ¡imperecederos! Ganaríamos mucha pasta si no tuviéramos un problema: mi jefe es un guarro, un rata, un vampiro, un insaciable. Lo quiere todo para él y si sobra algo también. Son personas que se definen con los posesivos, ¡yo, mi, me, comigo! De ahí no los sacas, viven para sí mismos y para la VISA oro”. “Por eso me veo como me veo. La cara se le descolgó de golpe. Un adelanto ayer, otro la semana que viene... porque le tienes que dejar que se olvide de la última vez que te aflojó la guita... y comprende que ahora tengo dos casas, dos mujeres, dos familias. ¿Te he dicho que soy un golfo? ¡Pues lo soy! Vosotros, los poetas, estáis en otros mundos, como yo cuando el sevillano me preguntaba: ‘Málaga, dime, ¿como es Málaga?, ¿cómo la ve un malagueño?’ ¡El hijo puche! Preguntaba pero yo iba a lo mío: ¡Málaga quita el sentío! Le dije. Quita las penas, el malaje que nos traen los sevillanos... porque a golfos, a golfos no nos gana nadie. ¿A que sí?” Yo iba a decir, hombre no exactamente, pero él puso cara de pena, de rabia, puso una cara desesperada, muy desesperada para que yo tuviera una visión concreta de su desesperación. Es trágico, es patético, dijo, pero mi ex no vende su poesía heroica, es decir que de heroica nada de nada y según el juez debo mantenerla. ¡Yo, que tengo un jefe chupasangre! y para ir tirando vendo lo que no está en los escritos. ¡Nosotros somos los héroes!, amigo. Lo aguantamos todo con generosidad y buen corazón. ¿No te parece? Yo iba a decir, pues no exactamente, pero me cortó. “Por cierto tengo un apurillo financiero, ¿me prestas 50 €uros? ¡Es cosa de vida o muerte!”

Un saludo y hasta el corazón de la semana que viene.

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