30.5.06

Las Alpujarras, 28-05-2006


Chimeneas en Capileira, Las Alpujarras.

"Odio a la gente" - Felipe Gámez - 20/05/06

Nuestra vida se hace por etapas. Cuando una se soluciona se cancela y empieza la siguiente. Con frecuencia unos estadios se solapan con los otros para dar tiempo a que ciertos temas concluyan avalados por modelos de razonamiento nuevos (mejores y más precisos) que ajustan las vivencias anteriores y las presentes con el objeto de ir rematándolas. Al cabo de cierta edad, lo que nos acota y define como personas únicas viene dado por la historia de cómo concluyeron aquellas etapas, hoy sintetizadas bajo un título: experiencia.
Hace poco, en casa, conversando con unos amigos surgió la expresión: ¡odio a la gente! Y convinimos en que es un dicho usado en Málaga con cierta regularidad. En un principio se me ocurre que tamaña expresión deriva de un tipo de persona detenido en la adolescencia, cuando el otro aparece como un competidor evidente: el congénere molesto que nos recuerda cuan vulnerables somos. La mente, aún infantil, tantea fuera de su carcasa y busca establecer nexos mejores, relaciones nuevas y duraderas con el mundo exterior. De como concluyan o solucionen esa multitud de tanteos quedarán adheridos al carácter corolarios más o menos inútiles que, a modo de colgajos penderán de nuestro comportamiento por tiempo ilimitado. “Odio a la gente”, pienso, es una de esas excrecencias que realimenta sin querer y sin darnos cuenta la vida ordinaria. Odio a la gente porque les siento amenazadores y al fondo de ese sentimiento subyace la ambivalencia, el temor adolescente sin resolver.
A veces el “odio a la gente” sólo es una proyección de algo más profundo e inquietante: “me odio a mi mismo”, porque estoy en desacuerdo con mi vida tal y como fui capaz de plantearla o llevarla a cabo. Me he decepcionado y como no puedo aceptarlo o reconocerlo digo que la gente me decepciona y eso justifica mi odio o que vea en los demás una imagen precisa de mis carencias y debilidades.
Cavilo en todo esto semanas después, en la quietud de mi estudio, mientras la tarde fluye como un limo dorado y viscoso que se oscurece con las horas y pasa sin dejarse advertir; sobre todo siento cómo se desliza sin hacer ruido, quizá para permitir detenerme a pensar en mis amigos y en el tema que esa tarde destaparon. Asuntos del tipo “odio a la gente” se prestan al lucimiento interpretativo con argumentos razonados, serios e inteligentes. Los abiertos por mi en los párrafos de arriba son los más obvios y comunes pero estoy convencido de que la propuesta es poliédrica y daría para muchísimo más.
Cierro y abro etapas, como cuando era joven. Primero las Cartas legendarias (para Onda 8), luego los artículos periodísticos, Desayunos con ortigas, y más tarde los relatos de Málaga desde el corazón donde yo mismo fui un personaje de ficción más del elenco. La meta ahora es Matices con empatía, un título que reunirá 52 micro ensayos (un género donde pienso tomar todas las licencias justificadas en su enunciado como “composición literaria flexible” donde afrontaré los temas con una intención: pensar y dar que pensar.
Según se maneje una página da para mucho, y en éste caso el “mucho” se refiere a la idea de abrir inquietudes (nada más y nada menos). Se me ocurrió entrar en Google y escribir en el buscador, “odio a la gente”; el resultado, en unos cuarenta segundos, da para más de tres millones de entradas. ¡Qué sorpresa! La gente odia a la gente en todos los sentidos imaginables posibles, entre otros, la gente odia porque no entiende nada, empezando por lo que más duele, que es no entenderse a sí mismo. Algunos quieren entender a Proust sin leerlo, o lo que es lo mismo, saber desde la ignorancia, comprender sin madurar. Pocos llegan a darse cuenta que los años pasan y las experiencias no se regalan. El demonio no es tan sabio como parece, solo es un viejo loco que repite todas las maldades posibles, reales o imaginarias.
Antes de que la tarde se rompa del todo saco a mi perro a dar un garbeo y de paso camino un rato. Por raro que parezca me costó descubrir que el paseo del animal es también el mío. Una actividad provechosa pues me da para entender que el demonio no odia a la gente, hace el trabajo que le gusta y se lo toma en serio, lo hace como un profesional por eso, por que le gusta.

MATICES CON EMPATIA

"Matices con empatía", así se llama la nueva serie de escritos, micro ensayos los denomina, que empieza nuestro amigo Felipe Gámez y que periódicamente iremos subiendo a este blog. ¡Gracias, Felipe, por seguir deleitándonos con tus estupendos relatos, escritos, ensayos o micro ensayos!.

29.5.06

Crónica de la reunión del 25-05-2006

Pedro nos envió su crónica de la reunión celebrada en la cafetería "El Jardín".

"Solo unas lineas para comentaros que, el pasado día 25 nos reunimos en la cafeteria El Jardín en Málaga, los siguientes amigos: Peter y Pepe, que fuerón los primeros en llegar y ya se estaban poniendo morados a cerveza, impacientes los chicos y viendo la poca verguenza del convocante, que llegó tarde y bien acompañado, Peter opto por reclamar vía móvil la presencia de buena parte de los restantes, los cuales como el otro que dice, estabán a la vuelta de la esquina; pasadas las 2045 horas aparecimos Carlo y un servidor y un buen rato despues hizo lo propio Joan, Felipe que habia confirmado su asistencia no pudo venir, a la hora convocada se encontraba en la capital de la realidad nacional andaluza. Quizas alguien quiera pensar que solo fue una casualidad, que la fecha de la convocatoria de los Locos por Internet fuese el día 25 de Mayo, y que por tanto coincidiese con el Día del Orgullo Friki, pues no, de hecho felite a todos los presentes con motivo de la conmemoración de tan excelso día. Posiblemente alguien piense que eso de ser un Friki es ser como el Dantes o la Tamara la mala los del no cambié, el Pozi o el Sabio de Tarifa, pues casi, pero no, como bien dice la Wikipedia, no hay que confundir a un Friki con un Notas, que solo hacen cosas extrañas con el proposito de llamar la atención, un Friki es una apasionado y entendido aficionado empedernido a uno o varios temas, yo quiero reconocer a un monton de frikis en los que nos reunimos en LxI, Internet, Informática, cacharro electronico variado, ese es nuestro tema central y tal como definen al friki, algunos hemos adoptado esta afición como forma de vida, más o menos aparente o mas o menos reconocida. En la reunión pues tambien se trataron otros temas como siempre, pero solo de una forma muy colateral (sin bajas), afloraron temas de siempre, Linux, Vista, los formatos de video, la relación de Yotube con el exito músical de El Koala y los tipicos ¿a tí como te va en el trabajo? o ¿que coño hacen 6 municipales acosando al viejo vagabundo ese?; esta fue una de las pocas reuniones en la que los de "La Ley de Málaga" (abogados y asimilados) estaban en clara minoria y esto se noto en los contenidos de la tertulia, a penas nos enteramos de dos o tres interioridades del ilustre Col. de Abogados y de los proyectos editoriales de nuestro contertulio y sinembargo amigo Pepe, en temas de derecho fue Peter en su calidad de abogado consorte el que le dio las repilicas a Pepe y Carlo hizo una breve disertación sobre las diferencias estructurales y subdivisiones del Estado Italiano y Español a proposito del debate de los Estatutos y de paso nos restregó que estaba recien llegado de vacaciones en Italia, esto dio pie a Joan para sacar a colación unas referencias historicas de la relación de la Corona de Aragón con varias regiones italianas y sobre la pervivencia en aquellas regiones de un cierto sustrato idiomatico de origen español. La señal para finiquitar la tertulia la marco el culo de la botella de tintorro, abrazos, despedidas, algun que otro crujir de huesos, la dolorosa cuenta y unos se marcharón para casita y otros sedientos de cultura, se desplazarón al Pimpi, donde es sabido que hay un salón de tertulias, frente a la puerta del mismo nos acomodamos y degustando en silencio una frugal cena teminamos la noche.
Y eso es todo amigos.
Pedro".

1.5.06

"Por eso te amo" - Felipe Gámez - 29/04/06

El viernes Santo llovió pero no estábamos en Málaga y le llamé: “Estoy en Tánger con MaríaJosé -dije- ¿Cómo sabes que llueve por aquí?” Preguntó él, y yo dije: ”aquí también llueve”. No sé si mi respuesta le satisfizo porque dijo lacónico: “Me la debes”. Era la primera vez que le fallaba y mi amigo, el ciego de calle Cuarteles, se puso un poquito “revenío”. Esta primavera está peor, a los achaques de la edad se han sumado las hondonadas de la última ruptura sentimental y vive refugiado en el trabajo como un demente. Cuando le llamo por teléfono y se lo digo exclama: “¡No importa!” En ocasiones parecidas se volcó en los poetas franceses (E. Pound, por ejemplo) en algunos catalanes como Pere Gimferrer, Gil de Biedma o en libros extraños como Ciudad del hombre de José María Fonollosa, que debía ir a leerle cada vez que me llamaba con una crisis de ansiedad y al despedirme repetía aquel tremendo verso del poeta: No hay nada bueno en ti. Por eso te amo. Antes de ir a verlo llamé a Lina, su última pareja. No tiene buen carácter, lo sé -dije tanteando el terreno- ¿Es tan insufrible como parece? “¡Peor! -dijo ella- sólo es bueno cuando paga... porque parece generoso. En realidad siempre está comprándote”. Dije que pensaba ir a verlo, por si quería venir y ella, dolida, exclamó: “¡Pues que te aproveche! Y no le hables de mí. ¡Para él no existo!”. Convinimos una cita después de una jornada laboral y me recibió como siempre, vestido de etiqueta y con una botella de Oporto sobre la mesita. De fondo sonaba un vinilo de Sinatra. Yo no quería hablar de Tánger (lo estoy escribiendo) y él no quería preguntar, así que hicimos los preliminares como si no nos conociéramos. “Estoy releyendo a Maquiavelo -dijo con la mirada perdida-. ¿Sabes que las mujeres ofenden antes al que aman que al que temen?”. Sonreí sin que él se percatara. La cita -dije yo- habla de los hombres. ¡Hombres, mujeres! ¿qué más da? ¿No es igual?” Y yo solté la frase que una vez dijo para mí, Pau, una amiga de Molins de Rei: es igual pero no es lo mismo. Entramos en materia sin más preámbulos.
“Tenía 20 años cuando me dio por escribir poesía; un madrigal exactamente. Aprendí la técnica y lo hice. En el pueblo de mi madre convocaban un concurso poético y lo gané. Nunca más volví a escribir nada semejante pero ese madrigal se llevó La flor natural. Con la flor venía la florista, una cateta deslumbrada por el poeta que no soy. Éramos jóvenes y nos enamoramos, aquello duró hasta que se trasladó a una Facultad de Málaga y descubrió que soy ciego. ¿Te lo puedes creer? Te lo cuento porque mis amores tienen siempre el mismo equívoco: me asocian a lo que no soy y eso eclipsa al ciego. ¿Es tan difícil que te quieran por ser la persona que eres? No soy mejor ni peor que otros. Soy ciego, ¿qué le voy hacer?”. Su lucidez en medio de la ceguera era apabullante: “Ser ciego, como ser judío o negro tiene poco que ver con la aceptación o el rechazo; dice de las personas y como son por dentro”. De pronto y sin venir a cuento metí a Lina en la conversación. Dije: hablé con ella y está muy dolida. ¿Qué pasó? “Bueno -dijo él con un gesto resignado- te recordaré una frase que sabes bien porque es tuya: Todos llevamos dentro un ciego, y a veces, en el peor de los casos, el ciego también es sordomudo”. La frase estaba bien traída pero yo no me aclaraba. Me excusé porque tal vez estaba más espeso de lo habitual y él dijo que lo habitual en mi es estar espeso. “Mi carácter no es peor que el tuyo –aclaró- y Lina es una mujer madura y hermosa que trabaja en la Organización y después de dos años juntos ha cubierto objetivos. Como tu pasaste por ahí te sonará aquella frase ¡tan reveladora! de Rimbaud: He sentado a la belleza en mis rodillas y sabe amarga. Tristán, el gato, vino a sobarse y a recordarnos que se hacía tarde y como Sinatra callaba fue al piano para recordar Strangers in the nigtht. Entender a otro ser humano es agotador pero ahora pienso que lo hice, por eso me salió aquella despedida poética: No hay nada bueno en ti. Por eso te amo.