3.10.04

Málaga desde el corazón

Felipe me envía un nuevo artículo de su serie en Onda 8, titulado en esta ocasión "Eclosión", para ponerlo a disposición de todo el grupo de "Locos por Internet". Así que..... ahí lo tienen. Saludos.
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Eclosión
FELIPE GÁMEZ M.
Málaga, Onda 8
(88.8 de FM)
04 de octubre de 2004

"La conocí hace poco, en Amsterdam. Mejor dicho, deambulando por el aeropuerto durante la espera para tomar un vuelo hacia Málaga. Ella venía de una reunión importante, yo de un cobro difícil. Desde el principio hubo entre ambos eso que llaman feeling. Para romper el hielo le hablé de Onda 8 y de las historias que pensaba escribir. Ella dijo: - Ah! Tiene gracia. Soy lo que resta de una historia romántica... sucedida hace diez años. Quise decirle ¡cuéntemela!. Pero no hizo falta. Fue al cumplir los cuarenta -dijo- y lo recuerdo porque me vi rara. Me sentí mal. Cuando unos días antes anoté en mi agenda: Fiesta de cumpleaños, ni me pasó por la cabeza que esa noche apenas dormiría.
Durante la conversación me enteraría que es malagueña y también responsable de un consorcio de empresas donde se manejan índices considerables de recursos humanos. En mi caso -dijo- una decisión errada puede hacer que mucho dinero se esfume. No hay margen para aunar lo que sucede por fuera y por dentro. ...y el caso es que por dentro, multitud de fenómenos, impresiones y sentimientos pasan fugazmente por la conciencia y luego se esfuman... o algo así. Recordaba sin esfuerzo, o así me lo pareció. También creí que, a ojo de buen cubero, rondaría una edad entorno a los cincuenta. Vea qué curioso, -dijo haciendo un pequeño circunloquio-. Si te equivocas, por fuera el dinero desaparece pero por dentro todo se amontona hasta que, de pronto, sin venir a cuento, hace eclosión.
Insistió en ser una mujer firme, segura, que no se come el tarro por nada. Para ella la seguridad procede de pisar fuerte, no de pensar mucho. Hay personas o asuntos que me interesan y otros en los que no invierto un segundo. Dijo con fuerza. Por eso estoy considerada una profesional prestigiosa, gozo de gran libertad y estoy bien remunerada. Supuse que el status se paga careciendo del tiempo necesario para mirar hacia dentro y saber lo que sucede, su procedencia, su sentido y su porqué. No le temo a nada -dijo con brusquedad- salvo al silencio bestial de los hoteles. Sé que todo puede aplazarse un tiempo, luego hay que resolver... y lo hice: tras la fiesta pedí una entrevista con mi asesor personal y, como acostumbro, fui recta al asunto: Verás, le dije, acabo de cumplir los cuarenta y he descubierto dos cosas: que estoy sola y que no me gusta. Quiero que lo tomes como un problema más de mi agenda. Se reía mientras lo contaba. Para ella un consejero es una persona que cobra mucho por dar con las ideas que desbloquean dificultades y resuelven situaciones complejas.
Nuestro vuelo se retrasó dos horas más y nos fuimos a tomar algo. Ella pidió un Martini rosso y eso le ayudó a recordar la cara congestionada del consejero. Me escuchó paciente y en sus ojos vi una luz positiva pero no tomaba notas como otras veces, no adoptaba aquel gesto de preocupación ni parecía impresionado. Temí que, esa vez forzara mi nivel de exigencia. ¿Te pido algo inusual? Pregunté y el dijo: - No, no. Te entiendo, sé lo que quieres y por qué. Tranquila, no veo más dificultad en ayudarte que otras veces, porque... cielo, tu buscas el amor. (El mío! que lleva a tu lado veinte años y ha sabido esperar. Naturalmente hablo del amor verdadero, romántico, el que nos hace sentir eternos y únicos. Si le soy franca fue la primera vez en mi vida lo miré con algún interés.
Una nostalgia pasajera que no hizo mella en su frío temperamento empresarial. Con un brillo metálico en la mirada dijo: *Tomé aquella inesperada propuesta con el aplomo de una negociación para eludir un trato poco interesante y le dije: - Sabes que no mezclo el trabajo con el placer. No me dejas otra opción que prescindir de tus servicios. Se fue de la empresa aquel mismo día.
Vi que por sus ojos pasaba, en ese instante, el halo de un recuerdo perturbador. ¿Hice mal? , inquirió, demorándose en un sorbo al Martini. Si no reaccioné fue porque acababa de cumplir los cuarenta, me sentía vulnerable y algo nuevo había hecho eclosión dentro de mí. Su talante conservador le impedía aunar el corazón con el entendimiento. A partir de cierta edad -dijo- el amor es un fruto prohibido. Visito Málaga con frecuencia pero vivo en París... la ciudad donde el sesenta por ciento de sus habitantes están solos. Bueno, pensé en voz alta, hay errores que repercuten en la cuenta de resultados y otros que valen su peso en toda la felicidad que destruyen. Su mirada fue la de un depredador. Luego dijo: *No me juzgue tan duro. En el amor como en los negocios se gana o se pierde. No la juzgo en absoluto, dije yo, pero quizá deba saber que en aquel asunto... perdieron ambos. Hicimos el vuelo separados, ella en business, yo en turista. En la terminal de Málaga se mostró esquiva y no hubo despedida. La vi pedir un taxis y buscar sola el silencio bestial de los hoteles.
Un saludo y hasta el lunes de la semana que viene.

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