4.7.05

"La carta, la piedra y el estanque" - Felipe - 4-7-2005

Málaga, julio de 2005
Querida mía :
las semanas pasan y tú ahondas en mi corazón como una piedra que alguien tira a un estanque. Ahora que reparo en ella me parece una imagen a la vez bonita y vertiginosa, ¿no te lo parece a ti? Intentaré explicártelo aunque sea a vuelapluma: Alguien pasea por un jardín secreto (lo imagino como un sitio privado o público pero donde entra poca gente) y llega a las inmediaciones del estanque con sus aguas serenas y apacibles; entonces lanza una piedra que lleva en la mano o quizá guarda. De este modo la piedra describe una suave elíptica, vuela unos segundos por el aire y traspasa la superficie con un sonido blando, ¡chof! En el punto de intersección se produce un movimiento circular ondulatorio y la calma lisa del agua rompe su quietud y reproduce unos círculos concéntricos que se amortiguan y tienden a desaparecer conforme se alejan del lugar donde se produjo el choque. Mientras la superficie ondula la piedra inicia una marcha, no menos secreta, hacia un lugar profundo, puede que ni siquiera imaginado. Penetra, primero con suavidad y luego acelera un poco, ahonda con decisión sorprendente hasta encontrar el fondo del estanque (en el caso de que tal fondo exista). Bueno, ¿qué piensas? Te parecerá raro pero son las seis de la mañana y me desperté para escribirte. La idea de la piedra y el estanque con sus imágenes madrugadoras me ha llegado a la cabeza nada más empezar y ahora trato de comprender por qué se me ocurrió tal cosa, cuál puede ser la relación con nosotros, y, puesto a sacar punta al asunto, cuál sería su significado profundo, si es que lo tiene o yo lo encuentro. Te decía que ahondas en mi corazón como una piedra que alguien tira a un estanque y en esa imagen yo soy el estanque y tu la piedra que profundiza. Por el momento no me ocuparé en saber quien o qué te lanzó hacia mi, sólo que hiciste ¡chof!, aquel día camino de Granada y que desde entonces profundizas cada vez un pelín más. Lo mejor es que el estanque (que soy yo) busca de igual modo penetrar en la piedra (que eres tú). Te lo cuento porque es muy divertido: al principio creí que eras como un canto rodado, ya sabes, uno de esos guijarros pulidos, relucientes y muy duros que el mar remueve y redondea sin parar; sin embargo pensé: da una impresión seria y un poco inalcanzable pero algo me dice que tanta dureza es sólo una pose. Nos encontramos y creo que de mantener la idea de que seas una piedra caída en el centro de mi vida, eres sin género de dudas una piedra preciosa. ¿He llegado al fondo de tu corazón? ¡Claro que no! Dicen que el corazón de la mujer es un misterio; quien ahondó en él volvió con la idea de que no tiene fondo o peor, que la mujer no tiene corazón. ¿Te imaginas? ¡Vaya pareja! Yo sin alma y tu sin corazón. Me he levantado filosófico, lo sé. Te confieso que mi estado natural es ese. Hay fines de semana que alterno, por la mañana soy un filósofo madrugador y por la tarde un poeta tímido y enamoradizo que se pregunta: ¿quién es esta mujer que profundiza en mi interior en busca de abarcar lo inabarcable... de comprender lo incomprensible? En el crepúsculo ya no hay preguntas, no las necesito, pienso en ti y en la oscuridad de la noche sale una luna grande y bella. Como todo el mundo, anhelo la felicidad. Voltaire decía: buscamos la felicidad sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una. Yo busco a mi compañera: la que llenará de ternura el amanecer filosófico, la que vendrá en la oscuridad de la noche y su desnudo será todo el amor que nos hace falta. Amanece y Málaga abraza el verano como si hubiera soñado con él... tanto como yo contigo.

Un saludo y hasta el corazón de la semana que viene.

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