30.10.05

"Los gordos también aman" - 28/10/2005 - Felipe

"Impares es una asociación gestada en Europa. Esa Europa cansina que se queda sola en medio de un sueño (mitad real, mitad ficción) llamado abundancia". Me lo contaba Alfons, un catalán canoso y reondillo que vive en el ensanche barcelonés y que vino a Benalmádena a pasar las vacaciones. Una noche me llamó desde el hotel y fui a verle. "Eres uno de los pocos amigos que me quedan", dijo, atrapándome con sus ojillos de búho melancólico. "Mis ciento veinte kilos de humanidad me alejan de la manada... soy como una futura estrella que acumula material y un día, no lejano, ¡brillará con luz propia!. Disfruto de veras con su compañía: habla y piensa como los genios, es ocurrente, tiene un sentido del humor envidiable y está solo porque todas sus chicas terminan enfermando. "De personas normales y sanas -decía- van cayendo sin saber como en la anorexia más enfermiza que existe y las que no se mueren me abandonan. "¡Tranquilo!", dijo al notar en mí un espasmo nervioso. "No corres peligro, ahora nos vemos poco y mis gracias sólo engordaran el velamen literario. Te gusta mi conversación porque le pongo humanidad y un lenguaje rico y sorpresivo". Alfons trabaja de cajero en un banco del Paseo de Gracia barcelonés y es más pijo de lo que parece. "Mi universo emocional -decía esa noche- se reduce al coqueteo intempestivo y salvaje con la nevera. Te sorprenderías de lo violentas que llegan a ser nuestras peleas... pero nos entendemos. Ella me da... yo le doy... es como el feedback con cualquier mujer, nos retroalimentamos mutuamente... la diferencia es que ella mantiene el tipo y yo engodo". El vernos esa noche ya había cenado, le hallé tendido en una hamaca de playa, ocupando media terraza y nos pusimos a llenar de amistad esas horas del aburrimiento en las que la digestión no deja pensar con claridad. El decía: Matemáticamente se dice que un número entero, m, es impar si y solo si existe otro número entero, n, tal que: m = 2 Hn + 1. En la práctica, esto quiere decir que es impar todo número entero que termine en 1, 3, 5, 7 y 9. Pensé que el hartazgo lo hacía delirar pero precisó con rapidez: "Sí hombre, hablo del Club de los impares. ¿No me digas que no lo oíste nombrar?" ¡Ah, sí! Dije yo sin tener mucha idea. Pensé que me aburriría mientras abundaba en los detalles. "Cuando me enteré de que en Barcelona existía el mismo Club de los impares que ya había conocido en Londres y París me inscribí. ¡Un fracaso! Sabes. No es un sitio donde en Barcelona quieran tener en cuenta a los pesos pesados". Supo por Internet que en Marbella abrían una see nueva del Club y que en julio montarían un fiestorro en Puerto Marina para celebrarlo. "¡Estaba por aquí y me animé con la fiesta!", decía él satisfecho. "No soy el mismo, he cambiado el chip y ahora busco a una gorda como yo. ¡Soy inteligente! ¿Cómo no me di cuenta antes? Si lo piensas como amigo verás que son las mujeres que me convienen, las únicas capaces de comprenderme sentado a la mesa. Las otras me hacían sufrir: "si no controlas la ansiedad reventarás", decían. "Bueno sí, vale. Tenían razón. Me molestaba y me jodía bastante porque tenían razón". La noche en Benalmádena era deliciosa, el mar traía hasta el balcón un soplo de salitre húmedo que daba una inexplicable sensación de frescor. Alfons peroraba: "Antes de venir a Málaga pensaba que la gente viviría sola en el futuro y que nos cagaría una gallina eléctrica. Mi cabeza estaba llena de malos augurios. Ya sabes, esas tristezas que endurecen el corazón". Unos golpes suaves sonaron entonces en la puerta de la habitación y él saltó de la hamaca con una agilidad envidiable. Literalmente empujándome dijo: "Ahora debes irte". Lo entendí al ver todo el marco de la puerta ocupado por una mujer negra que se movía ondulante al ritmo del rebalaje cercano. El dijo: "es el camarero cielo, ya se va". Al pasar ella guiñó un ojo, me dio 5 euros y cerró la puerta con el culo.

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